A menudo los aficionados al rafting o las personas que se inician en el mundo del kayak se interesan por el nivel de dificultad que entraña el descenso de un río. Dedicamos este texto a explicar cómo funciona la clasificación de aguas bravas, que se rige por un sistema internacional de grados o clases. Asignar un grado a un tramo del río es, por tanto, otorgarle un número para determinar la complejidad de su descenso a bordo de una embarcación. Un tramo de río puede ser de grado II, III, y así sucesivamente hasta el VI, aunque los incluidos en este último grupo no son aptos para el rafting. Con el término grado también nos referimos a la dificultad de un paso del río, que es un tramo en el que la navegación se hace más técnica. Es decir, que un tramo puede ser de grado II pero tener un salto de grado III, por ejemplo.
Uno de los aspectos más positivos del descenso de aguas bravas en balsas neumáticas es que el aficionado puede elegir la dificultad e intensidad que desea; es quien disfruta de la actividad la persona que determina el nivel de exigencia. Por eso decimos que el rafting es apto para todos los públicos, niños incluidos (siempre y cuando sepan nadar).
Los profesionales y aficionados al descenso apenas hablan de grado I, que correspondería a zonas de aguas muy tranquilas como, por ejemplo, las de los embalses. El rafting que se comercializa, oscila entre la clase II y la V (la dificultad va de menor a mayor). ¿De qué depende esta clasificación? De factores como el desnivel, el número y las características de los obstáculos y los pasos.
Grado II: apto para iniciar a los niños en el rafting.
Grado III: sin resultar peligrosos en líneas generales, los ríos de grado III son perfectos para niños, familias y grupos. Sus tramos incluyen olas y rápidos que hacen del rafting o del descenso de aguas bravas en kayak una actividad muy divertida y dinámica.
Grado IV: la emoción en ríos de este nivel está servida. No son aptos para todos los públicos, conviene que un monitor determine si un grupo es o no apto para hacer rafting en un escenario de estas características, puesto que los obstáculos son múltiples, los pasos conllevan dificultades técnicas, etc…
En Andalucía, por ejemplo, es en el río Guadalfeo donde se practica el rafting comercial más fuerte. El segundo tramo de este río discurre muy encañonado y los obstáculos son muy numerosos. Mientras que el primer tramo es para todos os públicos, en el segundo (desde el puente de Órgiva hasta el embalse de Rules) hay un importante incremento de caudal, y el grado pasa a III-IV.
Grado V: este nivel de rafting se comercializa poco en la península. Ríos como el Zambeze (en el continente africano) reciben cada año a miles de aficionados que buscan una actividad muy intensa y que, por momentos, puede resultar muy peligrosa. Incluimos un vídeo con secuencias de rafting en este río:
Grado VI: exclusivo para descensos en kayak (no en rafting) y piragüistas muy expertos. Hace años, no se descendían ríos de este nivel, que se consideraban infranqueables (no aptos para navegar). Con todo, la mayoría de los aficionados a este deporte no navegan tramos con esta clasificación, puesto que sus rápidos son muy peligrosos. Los especialistas que se atreven a descenderlos -tras estudiar la zona y las medidas de seguridad necesarias- son conscientes de que arriesgan su vida en cada paso, puesto que el mínimo error sobre la línea de navegación puede tener un desenlace dramático.